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Mi diagnóstico de esclerosis múltiple

Mi diagnóstico de esclerosis múltiple

Hoy os cuento cómo fue mi diagnóstico de Esclerosis Múltiple; desde que empecé a notar los primeros síntomas, hasta que me confirmaron la enfermedad.

No ha sido un camino fácil; de hecho, podría decirse que aún estoy asimilando toda la información, tal vez porque no quiero aceptarla o simplemente porque me da miedo admitir que tengo esta enfermedad neurodegenerativa.

Primeros síntomas de esclerosis múltiple

Recuerdo que a mediados de enero de 2024 estaba viajando con mi pareja rumbo a una visita a la Bodega Marqués de Riscal. Ese día, la carretera estaba congestionada; literalmente, estuvimos parados cerca de dos o tres horas. Fue entonces cuando comencé a notar un dolor en la parte inferior derecha de la espalda. No le presté mucha atención porque sufro de escoliosis desde pequeño. Aunque no muy grave, los dolores de espalda siempre han estado presentes en mi vida.

Finalmente, y contra todo pronóstico, llegamos a La Rioja. Al día siguiente cuando nos despertamos, seguía sintiendo un dolor en la espalda, pero además apareció un leve adormecimiento en la parte inferior de la cadera derecha. A medida que pasaron los días, ese adormecimiento que se sentía como si estuviera acartonado, se extendió por todo el muslo frontal de la pierna derecha hasta llegar al pie.

Fue entonces cuando comencé a preocuparme por la situación, por lo que decidí ir a un osteópata para ver si podía aliviar el dolor en la zona lumbar que yo atribuía a un «pinzamiento».

Una semana después, viendo que el acartonamiento de la pierna no desaparecía, decidí acudir a Urgencias en el hospital. Allí no le dieron mucha importancia a mi situación, insistiendo en que se trataba de un pinzamiento. Sin embargo, como no me parecía normal que el malestar persistiera tanto tiempo, decidí consultar a un neurólogo en la medicina privada.

Camino hacia el diagnóstico de Esclerosis Múltiple

En mi cita con el neurólogo, me recomendó hacerme una resonancia cervical y otra lumbar para tener una visión más clara de lo que podría estar causando mis síntomas. Finalmente, el neurólogo me informó que las resonancias no mostraban ninguna inflamación ni irregularidades. Esta noticia fue un alivio, pero también me resultó algo frustrante, ya que aún no tenía una explicación clara para mis síntomas que seguían persistiendo.

A los dos días, mientras comentaba la situación con un amigo, me sugirió que consultara a otro neurólogo al que su familia solía acudir desde hace años. Siguiendo su consejo, pedí una cita con este especialista.

Una vez en consulta, le expliqué todo lo que me estaba pasando, cómo habían surgido los síntomas y que me habían hecho dos resonancias en las cuales no salía nada anormal. El doctor se quedó bastante extrañado y me dio un volante para realizarme una resonancia cerebral. (Hoy en día pienso que él ya sabía por dónde iban los tiros.)

Fue entonces cuando esta pesadilla finalmente dio la cara: en los resultados de la resonancia aparecieron unas pequeñas manchas blancas que sugerían una enfermedad desmielinizante. El informe recomendaba realizar una resonancia de alto campo con contraste para obtener una mejor visualización de la sustancia blanca y confirmar los resultados, con el objetivo de identificar lo que me estaba sucediendo.

Empecé a buscar en internet información sobre las enfermedades desmielinizantes, tratando de entender qué significaban esas manchas blancas que aparecían en la resonancia. Aprendí sobre la mielina; una sustancia que recubre las fibras nerviosas, y que cuando esta se ve dañada puede llevar a diversas condiciones neurológicas, incluyendo la esclerosis múltiple. La información que encontraba solo aumentaba mi preocupación, ya que cada vez era más evidente que podría estar enfrentándome a algo más serio que un simple pinzamiento.

Resonancia cerebral

Diagnóstico definitivo: tengo esclerosis múltiple

Decidí acudir nuevamente al Hospital con los resultados de la resonancia cerebral. que no hacían más que comerme la cabeza. Nada más llegar y presentar los informes, no tardó mucho en atenderme el servicio de urgencias de Neurología, el cual me refirió a la neuróloga del hospital.

En esa cita (que tampoco se me va a olvidar), la doctora me dijo que no necesitaba que me hiciese una resonancia con contraste, pues ella veía claramente, en base a su experiencia, que tenía una enfermedad desmielinizante, y que estaba segura al 90% de que tenía Esclerosis Múltiple. La cita fue extensa y abrumadora, llena de información que se añadía a mi cerebro, el cual ya se encontraba bastante perplejo por la situación que estaba pasando.

¿Esclerosis Múltiple? ¿Yo? ¿Qué he hecho para recibir esto?

Aquí entré en shock; no quería aceptar esta noticia tan mala, tenía dudas y muchas preguntas que me hacía a mí mismo. Había estado leyendo algunos artículos sobre esta enfermedad neurodegenerativa, y al final siempre llegaba a una conclusión: que iba a acabar en silla de ruedas.

Tal vez sea por mi negatividad al recibir esta noticia o la falta de conocimiento acerca de esta enfermedad, todo me llevaba a pensar que mi vida acababa de sufrir un giro de 36oº. Claro está que mis nociones acerca de la EM eran casi nulos, pues aún no conocía que existían diferentes tipos de esclerosis múltiple en función de la frecuencia de los brotes y el progreso de la enfermedad.

Hoy en día sé que tengo esclerosis múltiple recurrente-remitente, la cual se presenta en forma de brotes que pueden aparecer durante varios días, semanas o incluso meses, y que generalmente mejoran de manera parcial o totalmente.

Si has llegado hasta aquí, gracias por tomarte el tiempo de leer parte de mi historia. Continuaré compartiendo mi travesía a lo largo de este viaje.

Si tú también padeces esta enfermedad, ¡te mando un abrazo gigante!, y si no, también.

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